lunes, 6 de julio de 2009

LAS HUELLAS DEL DELIRIO (CAPITULO CINCO-4)

Siglo de O(g)ro, publicada en 1997 por la DPI y de la cual existe una segunda reimpresión en 2002 (de la que tomamos todas las citas en este trabajo) consta de ciento once apartados a lo largo de los cuales se narran las peripecias de un niño que se abre paso en un ambiente de hostilidades y oportunidades. Constituye una búsqueda de los fundamentos morales y filiales que subyacen en la conformación de su personalidad solidaria y rebelde. Sin rehuir al realismo, a la crítica social, Argueta decanta su imaginación hacia lo que para él constituye la base de la personalidad: la infancia.
En la obra el protagonista, después de haber vivido las tres etapas del conflicto salvadoreño (represión política, guerra civil, negociación y acuerdos) realiza un viaje a su propia infancia reconstruyendo por medio de la imaginación los episodios más importantes de su adolescencia; episodios que se mueven vertiginosamente entre maravillosos relatos donde intervienen los mitos y las leyendas indígenas y la tragedia familiar.
Alfonso Trece Duque crece en el seno de una familia pobre en un barrio marginal de San Miguel. Nos cuenta, desde su presente de adulto, (poeta, escritor y rebelde), todas las vicisitudes individuales y familiares que marcaron su vida. Comienza recordando dos imágenes que constituyen un punto importante para él: el cambio de casa y la muerte de su perro. Desde este momento la casa y la muerte se convertirán en motivos narrativos que están a la base del relato.
Alfonso Trece Duque crece en un ambiente familiar dominado por mujeres, con muchas limitaciones económicas y el peso de valores autoritarios y conservadores. Como muchos niños de su época y de su condición social, sólo tiene una relación seca y lejana con el padre, un abogado de renombre. La ayuda de su madre, el paso por la escuela, su relación temprana con los adultos, y una suerte de energía rebelde, creadora, lo acercan al mundo de la poesía y la literatura del cual nunca saldrá. Su educación está alimentada por una honda tradición campesina llena de creencias y fantasía populares.
Ese ambiente constituye la atmósfera de crecimiento del personaje desde su más tierna infancia hasta la época escolar y su madurez. Al final de la obra, Alfonso Trece Duque ha regresado de un exilio de veintiún años; los amigos de su infancia sólo son un recuerdo, las mujeres que lo criaron han envejecido; el barrio, la ciudad y sus habitantes son otros. Esto le da al héroe una sensación de desarraigo: del barrio y la ciudad que conoció sólo quedan los recuerdos.
El proceso de escritura de esta novela está muy relacionado con el de Milagro de la Paz (1995). Lo que el autor quiso hacer con Milagro de la Paz fue una especie de novela autobiográfica muy apegada a sus vivencias de infancia. Sin embargo el héroe adquiere una personalidad propia y se aleja del proyecto original rompiendo el pacto de confesión por medio de la ficción. Al respecto el autor nos dice que Milagro de la Paz se iba a llamar Juan Bautista, pero en el proceso de la escritura hubo transformaciones sustanciales. Entonces no quiso perder ese impulso imaginativo y abandonó a Juan Bautista e hizo otra cosa: Es como un proyecto fracasado porque los personajes se me fueron por otro lado; abandoné a Juan Bautista (Argueta, 2003).
Sin embargo aquel proyecto fracasado sería el germen de Siglo de O(g)ro, novela de exageración de los recuerdos:
Milagro de la Paz me costó mucha imaginación; Siglo de O (g) ro ya no me costaría escribirla, no me iba a molestar porque ya estaba seguro de escribir esta novela autobiográfica. Fue una novela fácil porque me bastó con recordar la infancia, me tardé año y medio. La disfruté mucho porque sólo fue un proceso rememorativo, algo así como se trabaja el poema. Todo lo que dice es cierto sólo que está exagerado (Ibíd.).
El proceso de escritura de Siglo de O (g)ro dura aproximadamente año y medio y los motivos novelescos cambian paralelamente con la acción narrativa; eso lo demuestra la serie de títulos pensados originalmente. El autor cambia constantemente el nombre de la novela. En tal sentido se trata de una novela de transformación tanto en su proceso de escritura como en el ámbito de la acción narrativa. Por ejemplo el énfasis y carácter cronotópico del escusado, y su analogía con el trono del héroe nos remite a una novela que se iba a llamar El escusado, posteriormente El Poder Tras el Trono hasta que, en ese proceso de transformación, llega el nombre definitivo: Siglo de O(g)ro.
En cuanto a la estructura compositiva de esta novel notamos que el escusado (baño) deja de ser la base de la acción narrativa y, junto con la ciudad y la casa, se convierte en cronotopo de descubrimiento y transformación como se verá más adelante. Esta obra puede denominarse como la novela de los recuerdos, pues se trata de un recorrido interior desde el cual el personaje busca afanosamente una explicación del mundo, y una comprensión de su vena creativa. De entrada el autor nos confiesa una poética basada en la marca personal y desvinculada de todo afán de verdad histórica:
Escribo cuando hay un momento en que las interioridades dejan de pertenecer al escritor. La fuerza de las rememoraciones hace que las confesiones tengan más del poeta que del narrador; en todo caso es momento de no limitar lo ilimitable. Poesía-prosa-poema-novela-confesión-ficción-memoria-ensayo navegan en las mismas aguas (Argueta, 1997: 9)
Se nos anuncia la ruptura de un silencio que dará paso a la expresión del yo lírico; de lo que el autor ha dejado de decir cuando se ha vestido de narrador. Ahora se ha liberado de una camisa de fuerza que le imponían viejos idearios estéticos. Sólo el niño es capaz de decir y creer en la verdad sin calificativos; en esto se asemeja al poeta:
Por eso podemos afirmar que no hay poetas enteramente bondadosos ni realistas, sino poetas de la verdad, aunque sea ésta inventada; y por ello el poema es considerado como reducto maligno o expresión radical que se revierte en una especie de delito contra la sociedad (Ibíd., 1997: 9)
La acción narrativa de Siglo de O(g)ro transcurre en San Miguel, específicamente en un barrio marginal denominado Milagro de la Paz, donde viven gentes de condición humilde; la mayoría de ellos migrantes del campo y de otros departamentos. Nos ofrece dos panoramas de la Ciudad: El San Miguel de la década de los cuarentas y el de los noventa que ha sufrido una vertiginosa transformación como producto de la iniciativa mercantil audaz, inclusive dinero para el consumo que llegó volando desde los mundos de la emigración. En cuanto al tiempo de la historia, la novela narra los eventos de entre 1939 y 1952 que abarca desde los tres a los doce años de vida de Alfonso Trece Duque.
Pese al desvío creativo que supone esta novela en el conjunto de su obra, Argueta sigue fiel a su poética realista que muestra el panorama de pobreza e injusticia social que vive el país después de un intento revolucionario y unos Acuerdos de Paz incipientes. De tal forma que la obra, lejos de ser un elusión frívola, revela los problemas de la sociedad de posguerra.
Alfonso y su familia son una metáfora de muchas familias que migran del campo a la ciudad y de un departamento a otro enfrentándose a una serie de dificultades, tanto de orden cultural como económico. En este contexto el marco de sus valores se ve sacudido y es necesario mucho esfuerzo para asimilar la nueva situación. Alfonso Trece Duque recuerda cuando se muda a casa propia (de la abuela) en las cercanías del barrio más conmovedor de San Miguel: Milagro de la Paz; a pocos metros de la calle de la amargura y del estadio municipal (...) a unos cien metros del hospital de tuberculosos (Argueta, 1997: 10, 11) la cual abandonan luego de problemas con la abuela para irse de posada a un cuartucho desvencijado.
Casi todos los personajes presentan una situación de migrancia y desarraigo; a muchos no se les conoce la procedencia; sólo se sabe que no son de San Miguel; otros viajan en busca de trabajo. El vínculo familiar es difuso. Para el caso, Alfonso dice: el padre de mis hermanas trabajaba en unas minas de oro al norte de San Miguel, Potosí, y por eso no estaba con nosotros (Ibíd., 1997: 127).
Otro aspecto señalado de la época de la modernización es el progresivo desvanecimiento del paisaje campesino. Siglo de O(g)ro nos presenta esta dramática transformación en la cual la vida del campo es invisibilizada por el poder expansivo de la ciudad en transformación; en vez de las casas tradicionales, se levantan enormes edificios que acaban con el patrimonio de las generaciones anteriores. Sin embargo el paisaje campesino, las prácticas culturales y culinarias y toda una visión del mundo basada en la cultura popular y la tradición oral, están presentes.
Se nos presenta el volcán como una búsqueda constante del horizonte, como presencia de lo ineludible. También un cuadro de costumbres familiares, un lenguaje coloquial y una forma artesanal de educación de los hijos; prácticas culinarias como la comida de cusuco, iguana y garrobo, así como el comercio informal y los trabajos eventuales simbolizan el diálogo entre el campo y la ciudad. El paisaje está íntimamente ligado a la infancia del héroe que se hace y se nutre con la imagen del volcán dueño de secretos y leyendas:
...no tendríamos vecinos; sólo guineal a un lado, milpas al otro, potrero al lado del volcán y matorrales enfrente... era el lugar preciso para convivir con el cipitillo, el cadejo y tantas deidades de la cultura nahuat... En esa casa, libre al viento, erguido, frente a los ojos del niño Alfonso Trece siempre estuvo el volcán Chaparrastique...La abuela usa el volcán de medicina, pues cuando al poeta se le inflama la ingle...ella asegura que la mejor medicina es tirarle patadas al volcán (Ibíd., 1997: 337)
A pesar de esa presencia en la subjetividad de Alfonso, el paisaje ha ido disolviéndose ante la fuerza de la cultura urbana. Ahora el volcán se ve desde el presente del héroe que ha regresado del exilio, a través de enormes edificios. La ciudad misma ha perdido su toque tradicional. El héroe se mueve en un espacio vital de costumbres híbridas; el campo y la ciudad se refractan en su conciencia. Durante la infancia no rebasa esta línea divisoria; no la comprende aunque sí la intuye pues se da cuenta que hasta en el cementerio hay tumbas para pobres y tumbas para ricos. La ciudad está lejos de su barrio marginal pese a que diariamente cruza sus calles. Su primer recuerdo de infancia liga a la ciudad con la inestabilidad y con la muerte pues sus primeras imágenes nítidas son el cambio de vivienda y el atropellamiento de su perro. Además, la vivienda está rodeada de elementos sórdidos, digamos, de los desechos que la ciudad esconde de su gran centro: hospital de tuberculosos, prostíbulos, basurero, cementerio.
Por otra parte, en Siglo de O(g)ro el héroe se rebela contra las instituciones sociales tradicionales encargadas de la educación patriarcal: la familia, la escuela y el cuartel. En el primer caso tenemos a un héroe que crece fuera del dominio del padre; entre ellos hay una honda brecha de incomunicación. Se rebela en silencio contra algunas órdenes de la madre y las demás mujeres; además les oculta los conflictos y las picardías de niño; descuida una de las tareas normales de los niños de su edad, la cual es cuidar a su hermanita. En el segundo caso, el contacto con la escuela supone para el héroe el primer aprendizaje de la violencia. El entorno escolar está íntimamente ligado con la enseñanza tradicional, el castigo, el chantaje y el soborno:
Las pandillas de menores me obligaron a violentarme aunque nunca lo supieron mis mujeres pues hubieran puesto el grito en el infierno; una pelea que rehuí con ganas y que pude evitar fue con el “Nazi”, jefe de un grupo de cipotes selectos, llamado así por su cuerpo fornido, su manera de vestir, botas altas y expresiones agresivas (Ibíd., 1997: 271).
Hay, por otro lado, interesantes alegorías como la guerra de los animales que alude a la violencia social en donde el poderoso tiene absoluta ventaja sobre el oprimido pero éste busca tácticas y estrategias para negociar su espacio de sobrevivencia. Esto también sucede al héroe en su edad escolar. Tiene que ingeniárselas para salir victorioso de las peleas, pese a sus desventajas físicas. Usa la inteligencia más que la fuerza; la picardía en lugar del enfrentamiento abierto. Se sobrepone a la hostilidad del ambiente.
El cuartel, representado en el militar que lo enfrenta mientras él lee, viene a ser un contraste simbólico entre el papel liberador de la lectura y el poder represivo del ejército (Estado); la apuesta es a la rebelión por medio de la literatura:
Comienzo a levantarme; intuyo la injusticia porque el estadio es grande, es como mi casa, y no tengo culpa de haber quedado cerca de ellos; y no sólo eso, siento por primera vez lo que es una vejación, peor que la que me había infligido Carlos Orellana, el director de la escuela, cuando yo apenas estudiaba segundo grado. Creo que quiero llorar. Lo que puede influir un hombre de cuarenta años a un niño de once va más allá de lo imaginable. El poder se impone al joven, nace del fusil...Hay que rebelarse contra ese poder; precisamente en esos días había comenzado a hojear un libro que había relegado en mis curiosidades de lector precoz: “El Contrato Social” (Argueta, 1997: 259).
Una intuición salva al personaje:
Nunca acepté la escuela de violencia que se inculcaba al varón para responder a la agresividad de los demás. “si alguien te golpea una vez, golpéale vos dos veces. Toda una apología a quien es más “vivo”, más cachimbón, más vergón, en pocas palabras, más hijueputa que los otros (Ibid., 1997: 363)
El héroe de Siglo de O(g)ro es un personaje representativo de una mayoría marginal: el Niño. La descripción física, moral, así como el entorno en el que crece el protagonista son comunes a cualquier niño del campo o de la barriada. Todos los componentes del ambiente social son compartidos con el niño pobre promedio. La excepción que confirma la regla es que Alfonso Trece Duque: (1) tiene la oportunidad de ir al Kinder lo cual es un privilegio para los niños y niñas pobres; especialmente en la década de los cincuentas; (2) tiene una imaginación prodigiosa y por la línea paterna su origen es de clase media; y (3) la educación de la madre y una de las mujeres que lo cuidan (Herminia) superan el nivel de formación y bagaje cultural de una madre promedio de familia pobre.
Si bien es cierto el exilio es un motivo oculto en la novela, juega un papel preponderante como motivo novelesco. El héroe ha regresado de un largo exilio, formado ya intelectualmente y consagrado como poeta y escritor exitoso y muy conocido. La nueva situación del país le permite volver. Pero todo ha cambiado; de su círculo de amigos de infancia no queda nadie; las mujeres que lo cuidaron han entrado en años y muchas personas han muerto o recuerdan muy poco. Las imágenes que ha fijado en su mente no son temas de recuerdo para esos viejos amigos. El país que dejó ha cambiado radicalmente y Trece Duque se siente un extraño.
En la obra encontramos una actitud crítica del héroe ante la injusticia y la pobreza planificadas. Pero no es una crítica pesimista y nihilismo sino una posición de lucha por salir de las condiciones de pobreza en que el sistema hunde a las persona. A nivel temático la obra problematiza la situación de exclusión social y marginalidad que victimiza a una gran mayoría de personas pobres que crecen en un ambiente dominado por el discurso autoritario que se estructura desde la familia, la escuela y la institución militar. Estas instituciones están conectadas por un discurso de la violencia como principal herramienta de dominación ante el cual se puede, sin embargo, proponer alternativas como la cultura popular, la imaginación, la identidad y la fuerza del pensamiento crítico.
Como queda demostrado, Manlio Argueta mantiene la base de su modelo estético la cual está vinculada íntimamente al cuadro de costumbres, la tradición popular, el apego al paisaje salvadoreño y la crítica a las formas de autoritarismo; pero se separa de una estética de del sujeto revolucionario que mantuvo en sus novelas anteriores. Traza, en cambio, parte de su vida y los problemas políticos que, en la vida real, lo llevaron a un prolongado exilio.

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